Tenemos cinco sentidos para experimentar la vida. Pero, ¿los usamos sabiamente? Este poderoso texto anónimo nos invita a una profunda reflexión. Los sentidos son herramientas de doble filo. Pueden construir o desmoronar. El secreto está en el sexto sentido. Es la sabiduría que decide qué ver, qué escuchar y qué saborear.

El sexto sentido
Usa tus ojos
para ver la belleza de la vida,
o para ver el interior de las personas…
No los uses para criticar maliciosamente
de cómo se ven o visten los demás,
o para juzgar a las personas,
sólo por sus apariencias.
Usa tus oídos,
para escuchar a tu prójimo,
y poder ofrecerle una palabra de aliento,
para escuchar los sonidos agradables,
que te ayudan a olvidar las dificultades,
y edifican tu interior.
No los uses como un arma,
o para envenenar a los demás.
Usa tu olfato, para percibir el olor
de las flores, del perfume, del amor…
No lo impregnes, con los malos olores,
como lo son el odio,
el egoísmo, la traición.
Usa tu gusto,
para saborear el triunfo
de tus metas alcanzadas,
de los logros obtenidos
con esfuerzo y dedicación…
No lo uses para saborear,
las derrotas de otros.
Usa tu tacto,
para sentir y dar amor,
para tocar a las personas
con tus deseos positivos,
con tu caridad…
No lo uses para pedir
injustificadamente.
El sexto sentido,
el más importante,
es el que nos da la sabiduría
para distinguir la diferencia
entre los otros sentidos,
entre el bien y el mal,
entre dar o recibir,
entre construir o desmoronar.
A veces miramos sin ver,
oímos sin escuchar,
olemos sin percibir,
probamos sin saborear,
tocamos superficialmente.
Usa tus sentidos sabiamente,
no se trata de cuántos tengas,
sino de cómo los utilizas.
Autor Anónimo
El arte de la percepción consciente
El texto es un llamado a la responsabilidad personal. La vista tiene un doble propósito: podemos ver la belleza o podemos criticar. La elección es ver el interior de las personas. Nunca juzgarlas solo por su apariencia. El oído debe servir para alentar al prójimo. Nunca para envenenar o usarse como un arma.
Debemos elegir conscientemente qué asimilamos. El olfato es para el amor y las flores. El gusto es para saborear el triunfo propio. Nunca para disfrutar las derrotas ajenas. El tacto es para dar amor y caridad.
La pieza concluye con el sentido más vital. El sexto sentido es la sabiduría. Es la habilidad de discernir la diferencia. Distingue entre dar y recibir. Es la clave para construir en lugar de desmoronar. Si miramos sin ver o tocamos superficialmente, perdemos el verdadero propósito. La vida no se trata de cuántos sentidos tengas. Se trata de cómo los utilizas.


