La Bendición de las Cicatrices

La tristeza a menudo surge del arrepentimiento o el temor a las consecuencias de actuar. Sin embargo, el reconocido escritor Paulo Coelho nos invita a redefinir el dolor de los conflictos en su texto sobre «La importancia de las cicatrices».

Citando el refrán que advierte que «no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos», Coelho postula que las heridas son una consecuencia natural e ineludible de la acción. Este fragmento se centra en la bendición que reside en estas marcas: son la prueba de que hemos luchado, y funcionan como poderosos anclajes que nos impiden volver al pasado de la inacción o la «prisión» de la duda.

La importancia de las cicatrices · Poema de Pablo Cohelo

La importancia de las cicatrices

Cuando decidimos actuar, suelen ocurrir algunos excesos.
Dice un antiguo refrán culinario:
«no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos».

Cuando decidimos actuar,
es natural que surjan conflictos esperados.

Es natural que se produzcan heridas en el transcurso de estos conflictos.
Las heridas pasan: sólo quedan las cicatrices.
Esto es una bendición;
esas cicatrices se van a quedar con nosotros el resto de nuestra vida,
y van a sernos de mucha ayuda.

Si en algún momento por comodidad o por cualquier otra razón,
la voluntad de volver al pasado fuera grande,
bastará con que las miremos.

Las cicatrices nos van a mostrar las marcas de las esposas,
nos van a recordar los horrores de la prisión y nos harán ir hacia adelante.

Autor: Paulo Coelho

El Camino es Hacia Adelante

El mensaje central de Coelho es liberador: el miedo a la herida no debe paralizarnos. La importancia de las cicatrices radica en su función como testigo permanente. Si en un momento de debilidad sentimos la tentación de volver al pasado o caer en la inacción, la simple visión de estas marcas nos recuerda el alto costo de la libertad que hemos conquistado.

Son estas «queridas marcas y cicatrices» las que nos fuerzan a ir hacia adelante. Este concepto es fundamental para la sanación emocional: honrar los «excesos» de la acción, aceptar los conflictos esperados y usar el pasado no como una prisión, sino como un mapa que garantiza la perseverancia.

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