«Si me ves»: El Despertar del Guerrero Interior

La tristeza a menudo se presenta como un agotamiento, una salida del «sendero». El texto «Si me ves», del autor Hernán Bado (Tai), es un conmovedor diálogo que apela a la memoria de la fe y la fuerza de la unión.

El poema es un ruego para ser recordado el poder de un «primer paso para un principio». Es un reconocimiento de que, aun cuando nos sentimos quebrados y sin espacios, la solución reside en dos actos: el desafío de un amigo y la certeza de que estamos «armados de fe y de bravura». Este texto es la esencia de la resiliencia asistida.

Si Me ves

Si me ves

Si me ves cansado fuera del sendero,
ya casi sin fuerzas para hacer camino.

Si me ves sintiendo que la vida es dura,
porque ya no puedo, porque ya no sigo.

Ven a recordarme cómo es un comienzo,
ven a desafiarme con tu desafío.

Muéveme en el alma, vuélveme al impulso,
llévame a mi mismo.

Yo sabré entonces encender mi lámpara
en el tiempo oscuro, entre el viento frío.

Volveré a ser fuego desde brasas quietas,
que alumbre y reviva mi andar peregrino.

Vuelve a susurrarme aquella consigna
del primer paso para un principio.

Muéstrame la garra que se necesita
para levantarse desde lo caído.

Si me ves cansado fuera del sendero,
sin ver mas espacios que el de los abismos.

Trae a mi memoria que también hay puentes,
que también hay alas que no hemos visto.

Que vamos armados de fe y de bravura,
que seremos siempre lo que hemos creído.

Que somos guerreros de la vida plena,
y todo nos guía hacia nuestro sitio.

Que un primer paso, y que un nuevo empeño,
nos lleva a la forma de no ser vencidos.

Que el árbol se dobla, se agita, estremece,
deshoja y retoña, pero queda erguido.

Que el único trecho que da el adelante
es aquel que cubre nuestro pie extendido.

Si me ves cansado fuera del sendero, solitario
y triste, quebrado, herido.

Siéntate a mi lado, tómame las manos,
entra por mis ojos hasta mi escondrijo.

Y dime se puede e insiste, se puede,
hasta que yo entienda que puedo lo mismo.

Que tu voz despierte, desde tu certeza,
al que de cansancio se quedó dormido.

Y, tal vez, si quieres, préstame tus brazos,
para incorporarme, nuevo y decidido.

Que la unión es triunfo cuando hombro con hombro vamos,
¡sí se puede!, con el mismo brío.

Si me ves cansado fuera del sendero,
lleva mi mirada hacia tu camino.

Hazme ver las huellas, que allá están marcadas,
de un paso tras otro por donde has venido.

Y vendrá contigo una madrugada,
la voz insistente para un nuevo inicio.

Que abriré otro rumbo porque si he creído,
que siempre se puede…
se puede, mi amigo.

Autor: Gracias «Hernán Bado (Tai)»

El Poder de la Consigna

La fortaleza de este texto es el reconocimiento de que la resiliencia no siempre es un acto solitario. El autor pide la ayuda del «amigo» para volver a ser «fuego desde brasas quietas». La «voz insistente» del otro es la chispa que despierta al guerrero «que de cansancio se quedó dormido».

La reflexión final se centra en las metáforas de la perseverancia: el árbol que se dobla y retoña, pero queda erguido. El mensaje es claro: el camino es continuo, y la forma de no ser vencidos reside en ese «primer paso» y en la victoria que es la unión hombro con hombro. Es la tristeza transformada en un llamado a la acción y a la conexión.

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